jueves, 21 de mayo de 2015

Mayo en el Pozo


A nuestras cocineras no les importa si tienen que hacer maletas para irse de puente, si andan corriendo porque la semana es mas corta, si su jefe anda de malas: sienten tal cariño y se han comprometido tanto con la misión de preparar la comida para nuestros invitados que basto con pedir voluntarias por un cambio de planes para tener todas las raciones disponibles para el 14 de mayo. Tampoco amedrentó el calor a las madres que calentaron y sirvieron ese día, porque ahora nos olvidamos pero la semana pasada Madrid fue un horno.

Hay una razón para ese entusiasmo y la expresó magistralmente Rocío en nuestro chat del Comedor: esta labor no se queda en alimentar a la gente. También se le transmite la alegría del Evangelio y se comparte la vida. Con eso en la mente y en el corazón, no hay pereza posible!


Les compartimos un poema de la maravillosa Gabriela Mistral, "El placer de servir", porque nos inspira y nos identifica.

     Toda naturaleza es un anhelo de servicio.
     Sirve la nube, sirve el viento, sirve el surco.
     Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú;
     Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú;
     Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, acéptalo tú.
     Sé el que aparta la piedra del camino, el odio entre los
     corazones y las dificultades del problema.

     Hay una alegría del ser sano y la de ser justo, pero hay,
     sobre todo, la hermosa, la inmensa alegría de servir.
     Qué triste sería el mundo si todo estuviera hecho,
     si no hubiera un rosal que plantar, una empresa que emprender.

     Que no te llamen solamente los trabajos fáciles
     Es tan bello hacer lo que otros esquivan!
     Pero no caigas en el error de que sólo se hace mérito
     con los grandes trabajos; hay pequeños servicios
     que son buenos servicios: ordenar una mesa, ordenar
     unos libros, peinar una niña.
     Aquel que critica, éste es el que destruye, tu sé el que sirve.
     El servir no es faena de seres inferiores.
     Dios que da el fruto y la luz, sirve. Pudiera
     llamarse así: "El que Sirve".

     Y tiene sus ojos fijos en nuestras manos y nos
     pregunta cada día: ¿Serviste hoy? ¿A quien?
     ¿Al árbol, a tu amigo, a tu madre?

      Gabriela Mistral




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