martes, 21 de abril de 2015

 
Emilio Moreno, padre de familia de nuestro colegio correrá el IRONMAN 70.3 que se disputará en Calella (Barcelona) el próximo 17 de mayo con un fin solidario: conseguir becas de escolaridad  para los niños de Nyumbani Village. Un curso académico de uno de estos pequeños tan sólo cuesta 15 euros al mes. El objetivo es llegar a los 5000 euros. Conoce toda su historia en su blog https://delfutbolalrunning.wordpress.com/ y síguele en https://www.facebook.com/vapornyumbani
Puedes colaborar aquí: http://www.migranodearena.org/…/…/4624/ironman-703-barcelona—va-por-nyumbani/
No os perdáis la última crónica de su blog https://delfutbolalrunning.wordpress.com/
 
 
DUATLÓN VILLA DE MADRID
 
La verdad es que llegué a esta prueba de rebote. Vamos, que era el segundo plato. A esas horas debía de estar acabando los 10 kilómetros de carrera del Triatlón Olímpico que iba a correr en la siempre atractiva ciudad de Benidorm. Pero problemas logísticos me lo impidieron y al final decidí inscribirme este clásico duatlón sprint que se celebra cada año en la Casa de Campo. Eran 5km de carrera, 23,6km ( 3 vueltas al clásico circuito de la Casa de Campo con subida a Garabitas) de ciclismo y por último otros 2,5kms corriendo. Al estar este año federado ya me toca correr con gente de muchísimo nivel. Atletas, como diría Guardiola. Por ejemplo, para que os hagáis una idea de lo que estamos hablando, el que ganó bajó de 15´ en los primeros 5000 metros. Es decir ¡correr por debajo de 03:00min/km! Vamos, una auténtica barbaridad. Debido a todo lo que había en la línea de salida, me contagié de esas velocidades y corrí más rápido de lo debía. Hice el primer sector en 19:21. A una media de 03:52min/km. Pero lejos, muy lejos de la cabeza de carrera. Ese tiempo, que para mí correr por debajo de 04:00 ya es ir muy rápido, tan sólo me llegó para colarme entre los 200 primeros de la clasificación de los 500 que disputaron la prueba.
 

 
Posando con la camiseta de “Amigos de Nyumbani”.
 
Yo afrontaba este día como un entrenamiento de calidad. El Duatlón no tiene nada que ver al Triatlón. Yo creo que es más duro muscularmente hablando, ya que coges la bici con las piernas tocadas, mientras que en el Triatlón, cuando sales del agua vienes más fresco y la bici no es tan agresiva. Sobre todo en el circuito de la casa de campo. Nada más salir de la primera transición te encuentras con una rampa bastante dura que cuesta bastante asimilar, un poco de bajada y de nuevo a subir Garabitas. No tienes tiempo de recuperar de la carrera y ya estás apretando de nuevo a la musculatura, llevándola casi al límite.
 
La verdad es que me encontré muy bien en las dos primeras vueltas de ciclismo. Es un circuito de 7,8kms exigente, de los cuales casi 4 son subiendo. No con mucho desnivel, pero lo suficiente para dejarte tocado. Hice el primer sector en poco más de 15:00 minutos saliendo una media de 30km/h. Tuve la suerte de coger un buen grupo de subida y eso me facilitó las cosas. Éramos 6, aunque al final nos quedamos sólo dos. Me encontré con fuerzas y pude aguantar el tirón del que iba comandando el grupo. Lo pagaría después en la carrera, pero quería competir en la bici al máximo. Mentalmente necesitaba exigirme y probarme. Y me vi bien. Al igual que en la segunda vuelta, donde prácticamente hice el mismo tiempo. Sólo 30″ más lento. Bajando a 29km/h la media.
 
La subida la empecé en solitario, pero en la primera rampa apareció por detrás un corredor del Triatlón Clavería al que me puse a rueda. Llevaba buen ritmo y pensé que en solitario me iba a costar mucho más, por lo tanto decidí pegarme a él y aguantar el tirón. Adelantamos a varios corredores. Entre ellos a dos del Triatlón Atlético de Madrid. Me gustó la sensación.”Ahí te quedas Indio” pensé para mis adentros. Rápido la mente se me fue al derbi de Champions, a Modric, a Bale y a la necesidad de ganar para estar en semifinales. “No podemos fallar”. Tras ese impás mental futbolístico, seguía apretando los dientes para seguir al Clavería. Coronamos Garabitas los dos solos e iniciamos el descenso camino de la tercera vuelta con dos sustos que casi acaba mal para los dos. Primero se despistó bebiendo agua y un bache le hizo perder el control, casi me lleva por delante. Y después en la última curva de la bajada se pasó de frenada, le derrapó la rueda de atrás y tuvo que escaparse por el campo, demostrando un dominio de la bici espectacular. Como Amstrong aquella tarde del TOUR cuando se fue por la hierba en el descenso. Suerte que había campo y no una valla porque sino la cosa habría acabado muy mal.
 
Tras pasar por el lago y encarar la primera subida del circuito el gemelo me dijo basta. Se me subió y tuve que aflojar. Pensé que sería transitorio, pero no. No me iba a dejar en paz durante lo que quedaba de carrera. Intente seguir a la grupeta con la que venía llaneando pero no podía. A nada que apretaba un poco ¡zas!, se me subía. Una pena, porque podría haber coronado con ellos, de hecho no me sacaron mucha distancia, siempre los tenía a unos 50 metros, pero no iban las piernas. Sobre todo la izquierda. Lo mío es la larga distancia, mi preparación está enfocada al medio Ironman de Calella y estos ritmos tan fuertes me dejaron vacío ayer. No fue un problema de alimentación, sino que mis piernas no daban más. Normal, no estoy acostumbrado a tanta intensidad en un espacio tan corto de tiempo. Lo mío son las medias maratones, las tiradas de 4 horas de bici o los entrenos de 20-25 kilómetros. Ahí es donde me siento cómodo.
 
Llegué a la T2 pensando en recuperar algo de tiempo en la carrera. Mi afán competitivo siempre me lleva a querer más y más. Pensé que el gemelo no me molestaría corriendo. Gran error. Fue poner el pie en el suelo al dejar la bici y me di cuenta que los últimos 2,5kms de carrera serían un calvario. No podía ni andar. Daba dos pasos y se me subía. Conseguí ponerme las zapatillas, estirar un poco y a ver de lo que era capaz. Las primeras sensaciones fueron malísimas. Nunca me había encontrado así. He hecho transiciones más duras, correr después de 3 horas de bici, pero nunca sentí lo de ayer. De hecho se me pasó por la cabeza el abandonar, pero rápido pensé que sólo eran 2,5kms y había que terminar aunque fuera con el gemelo en la mano. Además, se me vino a la mente Calella. Hay que aprender a sufrir. Allí lo haremos y ayer era un buen día para saber que este deporte no es un camino de rosas. Que hay días donde hay que apretar los dientes y ser fuerte mentalmente. Conseguí soltar un poco las piernas y rodar un poco más rápido. Pero me costaba un mundo bajar de 04:30. Al final hice los últimos 2,5kms en 05:08. Muy lejos de lo mejor que yo puedo dar, pero ayer me había vaciado muscularmente. Lo mejor de todo fue correr junto a mis dos hijos mayores los últimos 100 metros. Ahí estaban, Lucas, Jacobo, Pablo y mi padre animándome. Verlos era una inyección de moral y una alegría inmensa. Sólo faltaban mis otros fans: Rocío, mi madre y el pequeño de la casa, Bosco, que apenas tiene un mes.
 
No es por echarme flores, pero tengo mucho mérito. De los cerca de 500 participantes que había ayer en la Casa de Campo me gustaría saber cuántos tienen 4 hijos. Creo que los podría contar con los dedos de una mano. Entrenar en estas circunstancias no es nada fácil. Mucho esfuerzo, mucho sacrificio por parte de todos, tanto mío, como de mi mujer y de mis hijos. Tampoco me olvido de mis padres, ellos siempre nos ayudan con los niños para que yo me pueda ir 4 horas por ahí con la bici. No quiero ponerme sentimental, pero son historias de un triatleta popular que desembocarán con el sueño de correr en algo menos de un mes, el IRONMAN 70.3 de Barcelona. Así, como suena. Qué nos quiten lo “bailao”.

¡Cuánto os quiero chavales!
 

 
Siempre apoyándome.

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